viernes, 18 de diciembre de 2009

Overture: Andrew the Madman

Andrew esperaba sentado en su silla. Tenia la camisa arremangada hasta el antebrazo, preparado para enfrentar su rutinario tormento. Lenta y suavemente comenzo a instrumentalizar su demonio personal, con la maestria de los años deslizaba sus dedos sobre el cello rojo de su sire. Recordando sus pristinos ojos, esa sonrisa de la primera y unica vez en que fue realmente amable... La melodia era como el viento frio de invierno, una rafaga melancolica de notas que podria haber llegado a su alma, claro, si aun tuviese alguna. Pero lo temible, lo que debia ser confrontado, era aquel sopor que lo invadia siempre al llegar a la cuspide de sus interpretaciones, el cuerpo se convertia en algo desfasado, una mera silueta que entorpecia sus movimientos y detras de el se levantaba el telon, en algun lugar que pertenecia a su parte mas humana. Sus viejos temores despertaban como si simplemente hubieran estado esperando, adormecidos, sabian que tarde o temprano, Andrew seria debil y necesitaria recordarlos. Entonces las notas se tornaban en algo rabioso, fanatico casi. La armonia se despedazaba y la melancolia daba paso a una violencia inesperada. Era el infierno mismo, ardiendo con todas sus llamas, nublando su mente con todos los pecados concebidos. Azotándolo con la complacencia del castigo interno, uno que abriría la puerta de mil recuerdos suprimidos, memorias que volverían desde el olvido.

Cuando se detuvo, noto las lágrimas de sangre que corrían por su rostro. Exhausto, derrotado como si el cuerpo y el espíritu se hubieran agotado hace siglos, se compuso, dejo su instrumento a un lado y se incorporo...
 
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